viernes, 22 de junio de 2012

clases sociales

Clases sociales en el Ecuador

 

La clase obrera es la clase más permeable a las ideas revolucionarias, tiene mayor facilidad y condiciones para desarrollar conciencia, logrando el salto cualitativo de “clase en sí en clase para sí”, siempre y cuando medie la incidencia del partido del proletariado.

Clases oprimidas
La incontenible concentración de riqueza en manos de la burguesía, de manera especial, de la gran burguesía, ha profundizado la brecha entre un minúsculo grupo de familias que detenta el poder económico y político, por un lado y, los pueblos del Ecuador, por otro. En estas circunstancias, se ha constituido una pirámide social en cuya base se encuentran las masas populares, los trabajadores de la ciudad y del campo, las nacionalidades y etnias oprimidas, mestizos, indios y negros, cuyo trabajo genera la riqueza y es el sustento de la vida económica del país. Pero, además, los pueblos del Ecuador son los protagonistas de los cambios ocurridos tanto en el ámbito del desarrollo de las fuerzas productivas como en la superestructura social y política del país.
La clase obrera, el semiproletariado y la pequeño burguesía con sus diversas capas forman parte de las clases oprimidas.
La clase obrera:
Clase obrera es una expresión genérica que, conforme lo establece nuestro Partido en su Línea Política, incorpora al “proletariado industrial, los trabajadores de las empresas mineras, los asalariados agrícolas, los trabajadores públicos, los obreros de la construcción y de servicios, los de las empresas capitalistas de comercio y por los demás trabajadores manuales bajo el régimen de salario”.
El proletariado propiamente dicho, está vinculado a las formas más avanzadas de producción, en contacto con las innovaciones tecnológicas, lo que le exige una mejor calificación profesional. Si a esto sumamos la disciplina que impone la empresa capitalista y la facilidad con la que puede identificar no solo la explotación a la que es sometido sino también quién le explota, con nombre y apellido, constituyen factores que convierten al proletariado industrial en la clase más permeable a las ideas revolucionarias, tiene mayor facilidad para desarrollar conciencia, logrando el salto cualitativo de “clase en sí en clase para sí”, de mediar la incidencia del partido del proletariado.
Los asalariados agrícolas viven de la venta de su fuerza de trabajo en las grandes plantaciones bananeras, florícolas y otros productos de exportación, principalmente. No tienen trabajo estable, lo que le obliga a tener una vida nómada por las diversas unidades productivas; reciben salarios de miseria y carecen de derechos sociales. Una viva experiencia es la sobreexplotación del asalariado en las bananeras, en donde apenas el 1% estaría organizado, mientras, por ambigüedades en la legislación laboral se ha “legitimado” la existencia de trabajadores considerados, en forma permanente, como “eventuales”; todo esto constituyen elementos de ventaja para los grandes productores y exportadores de la fruta frente a la competencia que mantienen con países como Colombia, Panamá, Guatemala, en donde los niveles de sindicalización son altos. Por lo señalado, los asalariados agrícolas son abiertos a las tesis revolucionarias.
Los trabajadores de las empresas de servicios públicos y otras empresas del Estado, forman parte de la clase obrera; es un sector que sufre los efectos de una sistemática campaña de desprestigio y una arremetida contra sus derechos, inscritas dentro de los objetivos de la política neoliberal; para ello sirven aislados ejemplos de algunos burócratas sindicales que han hecho de su labor un modus vivendi para sacar provecho personal. En este importante sector se ha logrado desarrollar conciencia sobre la defensa de la soberanía y patrimonio del Estado y en contra de las privatizaciones.
Muchos obreros que trabajan en las ciudades provienen del campo, en especial, los que trabajan en la industria de la construcción. Tampoco gozan de estabilidad y derechos laborales.
En general, pese a la ofensiva neoliberal para incrementar la explotación capitalista, coartando la organización sindical, el derecho a la huelga, imponiendo la flexibilización y tercerización laboral; pese a la incidencia de la socialdemocracia y el oportunismo en un segmento de la clase obrera organizada; se desarrolla una corriente del sindicalismo revolucionario expresada en la UGTE que inscribe su acción en la lucha contra el neoliberalismo y dominación imperialista e insufla en la clase obrera la doctrina del marxismo leninismo.